Las relaciones diplomáticas entre los Estados Unidos e Irán han sido y son tempestuosas desde el triunfo de la Revolución Islámica en 1979 en el país persa.
Desde ese momento hasta la actualidad Estados Unidos libra una guerra sórdida contra la República Islámica, mediante sanciones económicas, embargos, y otro tipo de medidas y acciones con el fin de quebrar el gobierno islámico en Irán.
No obstante, hubo momentos de diálogos extensos, mantenidos en las sombras, como por ejemplo cuando Estados Unidos invadió el Irak de Saddam Hussein. Los norteamericanos sabían que no podían alcanzar el éxito sin dialogar con Teherán, quien siempre tuvo en la población musulmana shiita irakí una gran ascendencia.
Con la administración Obama, a pesar que la hostilidad norteamericana seguía vigente, se alcanzó a vislumbrar un cambio en la política exterior de Washington hacia Irán.
Conversaciones ultra secretas debatían acerca de un acuerdo a alcanzar relacionado con el desarrollo de tecnología nuclear que Irán tenía en sus manos, con fines pacíficos, pero que Estados Unidos y otros países de Europa no creían que esos fueran los fines, sino otros, mucho más peligrosos a su entender. La creación de una bomba atómica.
Ante el avance sostenido iraní, Estados Unidos junto al resto de los países integrantes del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, mas Alemania, formalizaron el acuerdo con Irán mediante ciertas condiciones: La reducción de producción de enriquecimiento de uranio, la entrega de ese material a las Naciones Unidas, conservando Irán el mineral necesario para sus investigaciones que no representaran la posibilidad de crear armas de destrucción masiva.
A cambio, la República Islámica exigió el cese de las sanciones y embargos y la devolución de sus activos en el extranjero. Condiciones estas de extrema necesidad para la economía iraní, afectada por las sanciones y bloqueos mencionados.
Por otro lado, este acuerdo era muy beneficioso para Europa, ya que se eliminaban las restricciones comerciales vigentes a la firma del acuerdo, de esa manera Europa podía retomar las relaciones comerciales con Irán en sus múltiples ítems, pero, sobre todo, en la compra de petróleo y gas.
Con el acuerdo en vigencia, Irán advierte que los países firmantes del acuerdo, no estaban cumpliendo con lo pactado, al revés de lo que sucedía con la República Islámica, que de inmediato concretó su parte del tratado, así lo confirma la Agencia Internacional de Energía Atómica perteneciente a las Naciones Unidas.
Luego asumió Trump la presidencia de los Estados Unidos y de acuerdo a sus anuncios de campaña de cerrar su economía, sumado a presiones políticas, tanto internas como externas, ya sea de los lobbys que interactúan dentro de Estados Unidos como de alguno de sus aliados, decide retirarse del acuerdo establecido entre el G5+1 e Irán.
Europa queda en medio del fuego cruzado entre Irán y Norteamérica, Irán exige garantías para continuar con el acuerdo con el resto de los países firmantes, pero de todas maneras las sanciones no se levantan.
La economía iraní se agrava, a pesar de varios contingentes europeos realizan visitas comerciales al país persa, con la finalidad de restablecer negocios.
El 7 de agosto pasado, Estados Unidos impone nuevas sanciones a Irán, por lo cual su moneda se devalúa, acentuando la crisis en el país. Europa no acepta estas sanciones, argumentando que estas no alcanzan al viejo continente.
De todas formas, la economía iraní decrece de forma alarmante, por lo que toman una decisión de estado. Por segunda vez en el año cambian la moneda de referencia, esta vez, del Euro al Yuan chino, con la novedad de proscribir al dólar como moneda de cambio en el mercado bursátil.
Esta medida supone un acercamiento mayor al comercio con China – quien también ha recibido su cuota de sanciones por parte de Norteamérica – a la formación de un nuevo bloque económico entre la 1° potencia comercial del mundo y el país persa, que posee la 2da reserva de petróleo del mundo y la 3ra de gas.
Con esto, Irán trata de mitigar los efectos de las sanciones, y obtener un poco de oxígeno para su economía, tanto doméstica como exterior.
Los días venideros sabrán decirnos si estas decisiones surten el efecto deseado o no, mientras tanto Estados Unidos sigue adelante repartiendo sanciones a cuanto país se le ponga delante, entablando una guerra económica, con el riesgo consiguiente que acarrea el saber que China posee la mayor cantidad de bonos de deuda norteamericanos, el peligro de una Europa dividida, ya sea en seguir las aventuras de Trump o desentenderse de ellas.
La certeza es un bien escaso por estos tiempos, la incertidumbre reina y con ella pueden desencadenarse las peores pesadillas, desde un colapso económico mundial hasta el despertar de una conflagración general que nadie desea.
Por: Galeb Moussa / periodista y analista político internacional, especializado en Medio Oriente.
Publicado en: http://elgrilloweb.info/2018/08/24/eeuu-e-iran-relaciones-tempestuosas/
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