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EE.UU. y los islamistas: "Pasar de una posición de aliado a enemigo"

Los Islamistas son pistoleros a sueldo, Norteamérica los usó en Afganistán, luego en Libia, después vino Hillary y vio que murieron, los movieron a Siria, y después de hacer el trabajo, los regresarán a casa en Arabia Saudita. Si ellos fallan en Siria, y así será, Norteamérica estará feliz de verlos muertos. En ambos casos EEUU es quien gana las guerras sin perder una sola vida, y para alguna gente estúpida, la causa palestina está ganando.

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Los saudíes preparan a luchadores islamistas y se mueven para reforzar los lazos con EE.UU.
La Secretaria de Estado de EE.UU, Hillary Clinton y el ministro de exteriores saudí príncipe Saud al-Faisal. (foto REUTERS / Fahad Shadeed)

Por Samir Karam

Yo comparto la preocupación de EEUU de que el turno de Arabia Saudita está llegando, ya sea antes o después que a otros pequeños estados del golfo.

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Los EEUU saben y lo han confirmado, que los grupos islamistas organizados están luchando por el poder. Son esos grupos que previamente lucharon en Libia, Siria y Yemen, y dieron batallas políticas en Egipto. Sus ambiciones no se detendrán en las fronteras de Arabia Saudita, o cualquiera sea.

Los EEUU saben que el régimen saudita, - cuyo sistema es similar a la que las organizaciones islamistas quieren establecer en cualquier país árabe – no es exactamente el sistema que ellos prefieren. Como esos grupos extendieron su esfera de control en la región, su deseo de tomar el poder en Arabia Saudita crece solo.

Los EEUU saben que la generosa ayuda provista por Arabia Saudita a estas organizaciones, mayormente en forma de dinero y armas, en gran medida tiene como objetivo eliminar la amenaza que representan estas organizaciones, tanto hacia Arabia Saudita y la región del Golfo en su conjunto. Esto se aplica también a Qatar, los Emiratos Árabes Unidos y Kuwait. Sin embargo, los Estados Unidos creen que la generosidad de Arabia Saudita, entre otros, no detendrá el avance de estas organizaciones más allá de Siria, Egipto, Libia, Yemen y Túnez.

Al mismo tiempo, EE.UU. es consciente que la guerra en curso en Siria puede persistir, e incluso podría terminar con la derrota de los grupos islamistas y su incapacidad para tomar el poder en Damasco.

clip_image002[8]Sobre este punto en particular se encuentra escondido el desacuerdo entre los EE.UU. y Arabia Saudita. Este último es un firme creyente en el escenario de Libia. Arabia Saudita no ve ninguna razón por qué los EE.UU. no pueden utilizar las tropas de la OTAN para poner fin al conflicto en curso en Siria, en lugar de permitir que se persista o de fallar. Por otro lado, EE.UU. cree que el escenario de combate en Libia era muy diferente y menos resistente que el del conflicto con Siria. No podemos arriesgarnos a una intervención militar de EE.UU. o de la OTAN en Siria, que podría prolongarse durante mucho tiempo y no lograr sus objetivos.

Además, hay otro desacuerdo entre Arabia y los Estados Unidos relativo a la oposición siria y sus diferentes posiciones con respecto a la intervención militar extranjera. Algunas organizaciones o grupos de la oposición siria dan la bienvenida y piden la intervención extranjera, creyendo que de manera concluyente podría poner fin a la guerra. Sin embargo, otros se oponen a la intervención extranjera, porque creen que esta eliminaría cualquier posibilidad de ganar el apoyo del pueblo sirio contra el régimen.

clip_image002[10]Israel ha sumado otra dimensión a la situación. Con esto queremos decir que el anuncio de Israel, a través de su ministro de Defensa, Ehud Barak, que tiene previsto intervenir en Siria por temor a las armas químicas que caigan en manos de grupos de la oposición siria. Si bien esta postura fue recibida con entusiasmo por parte de los EE.UU., es lo que más preocupa a los saudíes. Este entusiasmo de EE.UU. se basa en la idea de que la intervención israelí es - convincente para EE.UU. - que el papel de Israel podría ayudar definitivamente a poner fin a la guerra en Siria.

La duda de Arabia Saudita, sin embargo, proviene de entender que la intervención israelí en Siria podría inflamar los clip_image002[12]sentimientos del pueblo sirio contra la oposición y todas las fuerzas que los apoyan.

Hay una serie de temas polémicos relacionados con la situación actual en Siria durante la cual los EE.UU. y Arabia Saudí no están de acuerdo. Por otra parte, no hay duda de que el régimen gobernante en Arabia Saudita ha dejado en manos de los EE.UU. la decisión sobre estas cuestiones y hacer lo que quieran.

Sin embargo, Arabia Saudita está trabajando duro para distanciarse de los temas sobre los que EE.UU. toma decisiones unilaterales. Esto es particularmente evidente en el atentado que tuvo lugar en la sede de la seguridad siria en Damasco.

Este atentado provocó la muerte y heridas a varios altos jefes de seguridad sirios. Los funcionarios estadounidenses estaban a punto de admitir que una operación tan precisa y exacta, no podría haber sido ejecutada sin la asistencia directa por parte de EEUU. Esta ayuda no se limitó a la formación y la inteligencia sino que incluyó las instrucciones y el momento [para la ejecución de la operación].

Arabia Saudita se ha distanciado por completo y se mantiene el silencio sobre la operación en Siria, incluso en relación con el aspecto humanitario. Esto ha llevado a algunos funcionarios de Estados Unidos a distanciarse de "la matanza", manteniendo al mismo tiempo que la operación fue un duro golpe para el régimen de Assad, y por lo tanto debe ser bien acogida.

Joseph Holliday, un ex oficial de inteligencia en el Ejército de los EE.UU. que en la actualidad enseña en el Instituto para el Estudio de la Guerra, dijo que la experiencia de los disidentes sirios en el uso de dispositivos explosivos "proviene en parte de la experiencia de los insurgentes sirios quienes aprendieron a hacer bombas cuando lucharon contra las tropas estadounidenses en el este de Irak ".

En este sentido, según Der Spiegel, la razón por la cual la oposición siria todavía no ha sido capaz de llevar a cabo una gran operación militar se debe a las crecientes divisiones dentro de los grupos de oposición, además de los desacuerdos insalvables entre los militantes jihadistas islámicos y la mayoría de la población siria. Los grupos islamistas, que están siendo generosamente financiados y equipados con armamento avanzado por los Estados del Golfo, se mantienen firmes en el poder de decisión.

Der Spiegel agrega que "los estadounidenses han gastado dinero en los Hermanos Musulmanes, especialmente en los países (que han sido testigos) de la primavera árabe. Ellos creen que la Hermandad Musulmana será la fuerza dominante en el futuro”.

clip_image001Los saudíes están sin duda preocupados por las ideas de sus aliados norteamericanos

La pregunta que obsesiona a los líderes de Arabia Saudita es la siguiente: ¿Qué haría Estados Unidos si los islamistas (los Hermanos Musulmanes en particular) se unen contra el régimen saudí, como parte de su búsqueda constante y diligente para tomar el poder?

Los saudíes no tienen ninguna duda de que los islamistas se esforzaran para convencer a los estadounidenses que van a mantener su alianza recíproca, si llegan al poder en Arabia Saudita.

Esto significa que la Hermandad Musulmana y sus aliados salafistas se comprometerán con los estadounidenses a seguir abasteciendolos con petróleo de toda la región del Golfo.

Esta promesa de las organizaciones islamistas no será más difícil que la realizada por la Hermandad Musulmana de Egipto a los estadounidenses y los israelíes para preservar el tratado de paz firmado por el régimen de Anwar Sadat con Israel. Este tratado fue cuidadosamente protegido por el régimen de Hosni Mubarak desde hace más de treinta años.

En este caso, se podría decir que el régimen saudí es muy similar al régimen que los islamistas, en particular de la Hermandad Musulmana, podrían establecer. Por lo tanto, ¿por qué sustituir el régimen de Arabia Saudita, con otro similar?

La respuesta a esta pregunta es la siguiente: para los grupos musulmanes, especialmente los Hermanos Musulmanes, la toma del poder es un objetivo primordial que precede a todos los demás. Por esta razón, los gobernantes saudíes temen que la oposición islamista en casa se vuelva contra ellos en caso de que la revuelta en Siria tenga éxito, o incluso falle.

La mayor preocupación para los gobernantes sauditas es lo que Estados Unidos haría si los islamistas, a quienes apoyan, se unen y se convierten en oposición al gobierno de Arabia Saudita. Del mismo modo, se puede decir que los grupos islamistas están obsesionados por la siguiente pregunta: ¿Hasta cuándo los grupos islamistas permanecen a salvo de ser objetivos del régimen saudí?

clip_image002[14]La respuesta a estas preguntas está estrechamente relacionada con un evento reciente en Arabia Saudita. Este evento atrajo la atención generalizada en los EE.UU. y todo Occidente, sin embargo, fue de poco interés para los regímenes árabes o los medios de comunicación. La referencia es al reciente anuncio del Reino de Arabia Saudita nombrando al príncipe Bandar Bin Sultan como jefe de la inteligencia saudita.

La importancia de la decisión saudita es que el príncipe Bandar había sido previamente dejado de lado, teniendo un cargo honorífico.

Él había servido como Presidente del Consejo de Seguridad Nacional Saudita, un cargo que solo tiene una importancia simbólica. Sin embargo, pronto fue elegido para ser el jefe de la inteligencia saudita.

Esta decisión indica que el reino espera beneficiarse de la experiencia de Bandar en los EE.UU., incluyendo su conocimiento de las políticas y decisiones de Estados Unidos. La decisión podría significar de hecho que Arabia Saudí quiere predecir las intenciones políticas de los EE.UU. con respecto a Arabia Saudita en los próximos años.

El príncipe Bandar ocupó el cargo de embajador saudí en Washington desde 1983 hasta 2005, el mandato más largo de cualquier embajador, árabe o no, en Washington. Durante el mismo período, el embajador de EE.UU. en Riad, fue cambiado en seis ocasiones.

El príncipe Bandar es uno de los personajes más conocedores y experimentados del reino en términos de políticas y los objetivos de Estados Unidos, especialmente en lo que respecta a la región árabe. Tuvo la oportunidad de hacer amigos en la élite gobernante de EE.UU. de los dos partidos Demócrata y Republicano. Durante sus años en Washington, se convirtió en uno de los que conocen de cerca a todos los que ocuparon el cargo de director de la CIA.

La importancia del momento de la decisión de nombrar al Bandar es quizás el mejor ejemplo de lo que el analista político saudí, Abdullah al-Shammari dijo:

"En estos momentos muy agitados en la política exterior de Arabia Saudita, necesitamos a Bandar bin Sultan. Él es un volcán, y esto es lo que actualmente se necesita."

De acuerdo con Shammari, el período actual es similar a la época en que Bandar fue embajador saudí en Washington, cuando los EE.UU. y Arabia Saudita fueron aliados en la guerra contra los soviéticos en Afganistán.

Michael Stephen, un analista político de la Royal United Services Institute, dijo: "Si ellos (los saudíes) están mirando para aumentar el compromiso multilateral sobre el tema sirio, él es su hombre."

Desde el comienzo de lo que se ha denominado la primavera árabe, los acontecimientos revelan que los EE.UU. han apoyado el cambio integral como parte de sus planes para la región árabe.

En otras palabras, la precisión de los planes de EE.UU. para una nueva política en la región se someterá a una dura prueba en el próximo período. Además, de la capacidad de Arabia Saudita para hacer frente a sorprendentes cambios de Estados Unidos serán sometidos a la prueba. Esto incluye su capacidad para hacer frente a los EE.UU. pasando de una posición de aliado a enemigo... desde su posición como sostén del Reino de Arabia Saudita a una posición de apoyo a la lucha de los grupos islamistas contra los saudíes. Esta es una posibilidad que no podemos descartar por completo.

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