En este contexto, el investigador del Centro de Washington para Estudios sobre el Próximo Oriente, Simon Henderson, ha apuntado a la necesidad de revisar, a la luz de la inesperada destitución del príncipe Ahmad, los pronósticos acerca de la identidad del futuro rey del mayor país exportador de petróleo. Director del programa sobre el Golfo y la Política Energética, Henderson considera que esta última medida ha introducido nuevos elementos a tener en cuenta para entender lo que pasa dentro del círculo de poder saudí.
Según él, el nombre del ex ministro Ahmad, de 72 años, formó parte en los últimos meses de la lista de potenciales monarcas. Tras la muerte del príncipe heredero y ministro del Interior Nayef, el Príncipe Ahmad le sucedió en el Ministerio del Interior y tuvo éxito en su misión.
En cuanto al príncipe Mohammad bin Nayef, él ha servido durante muchos años como un asistente del ministro del Interior, responsable de supervisar los esfuerzos de lucha contra el terrorismo en el reino. Él no fue promovido al puesto vacante de viceministro del Interior, lo que hizo creer a los observadores que había quedado marginado.
Henderson prevé que el nombramiento del príncipe Mohammad (53 años) provocará la envidia de sus primos mayores que él. Él cita al viceministro de Defensa, príncipe Jalid bin Sultan (63 años); el ministro de Estado y jefe de la Guardia Nacional, príncipe Mezib ben Abdulá (60 años); el gobernador de la región del Este, Mohammad bin Fahid (62 años); y su hermano mayor Saúd (56 años), quien desempeña el cargo de jefe de la corte del príncipe heredero.
En este mismo sentido, el periodista del diario Le Figaro George Malbrunot intenta especular sobre los motivos que están detrás de esta decisión real. “La primera razón podría estar relacionada con la experiencia del príncipe Mohammed en la lucha contra el terrorismo y la necesidad de dar prioridad a esta cuestión actualmente. La segunda razón sería el doble peligro que amenaza al reino: internamente a través de la oposición shií y externamente a través de los regímenes de Irán, Siria y Hezbolá,” señala Malbrunot.
“Otra razón que explica el cese del Príncipe Ahmad es su rechazo a los nombramientos y las últimas decisiones del rey Abdulá, que nombró, para sorpresa de todos, al príncipe Bandar bin Sultan para dirigir los servicios de Inteligencia con el fin de que dirija la guerra sucia para derrocar al régimen sirio. Este hecho provocó una respuesta negativa por parte del Príncipe Ahmad”, explica el periodista francés.
De todas formas, el Príncipe Mohammad se enfrenta a muchos retos según los expertos: la lucha contra el terrorismo y el narcotráfico, la reorganización y restructuración del Ministerio, la lucha contra la delincuencia y el impacto de la crisis en el Yemen, Siria, Irak y Bahrein sobre la situación interna.
Dado que el Príncipe Mohammad desempeñó el puesto de asistente de Ministro del Interior para temas de seguridad en 1999, él dirigió las operaciones contra Al Qaida tras los atentados sangrientos ocurridos entre 2003 y 2006.
El nombramiento del príncipe Mohammad como ministro del Interior fue precedida por varios cambios en los servicios de inteligencia y seguridad debido a las múltiples explosiones que han estado asolando al Reino, la mayoría de las cuales han sido ocultadas al público.
El propio príncipe Mohammed fue objeto de varios intentos de asesinato cometidos por extremistas.
Desde el comienzo de la así llamada Primavera Árabe, Arabia Saudí participa en una carrera para impedir una revolución en el país y calmar la situación en la Provincia del Este. Pero la enfermedad del rey Abdulá y la muerte de los dos príncipes Sultán y Nayed, ambos príncipes herederos, han complicado las cosas.
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