ANTISEMITISMO: SU REALIDAD Y SUS CULPABLES

por Juan Gabriel Labaké

Toda discriminación es antihumana. Toda división de los argentinos es antinacional. Sobre esas dos columnas inamovibles baso personalmente mi oposición al antisemitismo, como a cualquier otra discriminación. Creo que son válidas para todos.

Para los creyentes, la discriminación es además una herejía, un grave pecado, pues, para nosotros, Dios nos creó a todos a su imagen y semejanza, es decir somos hijos suyos. Insisto: para los creyentes, todos somos hijos del mismo y único Dios, sin importar el nombre y los atributos que cada pueblo le asigne. Por eso son perversas, tanto la discriminación, como la pretensión de ser el pueblo elegido por el Creador común. Ésta es, en definitiva, la peor de las discriminaciones, la que discrimina a todo el resto de la Humanidad atribuyéndole una categoría inferior ante Dios mismo y ante las leyes de su país.

La disquisición viene a cuento porque la DAIA ha difundido en estos días un estudio de opinión pública denominado "Actitudes hacia los judíos en la Argentina" que, a pedido suyo y de la llamada Liga Antidifamación de los EE. UU., realizó el Instituto Gino Germani de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Buenos Aires.

Según los datos difundidos por la DAIA, entre los argentinos:

-       el 80% cree que la prioridad de los judíos es ganar dinero;

-       el 53%  opina que los judíos son  más leales a Israel que a la Argentina;

-       el 49% considera que los judíos hablan demasiado del Holocausto;

-       el 45% no se casaría con un judío;

-       y el 29% no viviría en un barrio con predominio de judíos

(LA NACIÓN, del 4-10-11).

Digamos, de paso, que no vemos nada de antisemitismo en quienes creen que los dirigentes actuales de la  DAIA, la AMIA y la OSA son más leales a Israel que a la Argentina. Esa impresión dejan. Tampoco lo vemos en quienes consideran que tales dirigentes hablan demasiado del Holocausto, porque es así: hablan y lo usan demasiado. Lo que ocurre es que esos dirigentes confunden al resto de los argentinos, al arrogarse el derecho de hablar por todos los judíos. Ahí está la madre del cordero. No todos los judíos son  más leales a Israel que a su patria argentina, ni hablan demasiado del Holocausto.

Para la DAIA y la citada organización norteamericana esos datos de la encuesta de la UBA son alarmantes y sorprendentes. Para nosotros son también alarmantes pero los esperábamos. En realidad, tampoco deberían ser sorprendentes para las instituciones judías mencionadas.

Veamos.

1.- Recuerdo que, durante la presidencia del Dr. Alfonsín, varios judíos ocuparon puestos importantes y eran manifiestamente respetados y queridos. La dupla de Bernardo Grinspun y Alfredo Concepción condujo patrióticamente el primer equipo económico de aquel gobierno radical. Y César Jaroslavsky, verdadero arquetipo de los gauchos judíos de Entre Ríos, era uno de los parlamentarios más populares de esa época.

Si esa encuesta de la UBA se hubiera hecho en 1983 ó 1985, con  seguridad los resultados habrían sido más favorables para la comunidad de argentinos de religión judía.

2.- Pero, entre esos años y hoy, ha pasado mucha agua, y agua sucia, bajo el puente. Una correntada de agua envenenada originada, impulsada y virtualmente exigida por los sionistas, con  todo su poder mundial.

3.- Entre 1982 y 1995, Israel, bajo el mando militar de Ariel Sharon invadió el Líbano y masacró en forma inmisericorde a miles y miles de inocentes habitantes de ese pequeño país. Los sionistas, que son los responsables del Estado de Israel, ambicionaban y aún ambicionan el agua potable del sur del Líbano, la del río Litani especialmente. Ése es el secreto de tanta invasión.

4.- En 2006 repitieron la masacre de libaneses.

5.- En el interregno entre las dos invasiones sionistas al Líbano, la Intifada de los adolescentes palestinos fue ahogada en sangre por el Ejército de Israel.

6.- Desde los primeros años de la partición antojadiza de Palestina por la ONU, la Franja de Gaza nunca ha dejado de ser un enorme campo de concentración que mantiene Israel para doblegar a los palestinos que la habitan

7.- No hay mes en que los sionistas no anuncien nuevos asentamientos de extremistas judíos en tierras palestinas, custodiados por los "expertos" del Ejército de Israel.

8.- En 1992 explotó la Embajada de Israel en Buenos Aires, y en 1994 le sucedió otro tanto al edificio de la AMIA. En ambos casos, el embajador israelí de turno ha exigido numerosas veces a nuestro país que se descubra a sus autores, pero su propio gobierno se niega a darnos la información que dice poseer sobre los supuestos culpables. Es más, Israel ha asegurado que posee pruebas sobre la autoría iraní y/o árabe de esos atentados terroristas, pero se niega a entregarlas…

9.- Sobre el Holocausto, han comenzado a aparecer pruebas irrefutables de que no fueron 6.000.000 los judíos asesinados por los nazis, sino mucho menos, y que no lo fueron en cámaras de gas, pues se ha demostrado que ellas no existieron, ni remotamente, en la cantidad y tamaño suficientes como para cremar a semejante montaña de cuerpos humanos. Los sionistas, en lugar de alentar esas investigaciones por aquello de que la verdad nos hará libres, exigieron y lograron que varios países europeos aprobaran leyes increíbles, por las cuales se pena con la cárcel a quien proponga o realice investigaciones sobre la realidad de la historia oficial del Holocausto. Es decir, el oscurantismo medieval redivivo en el siglo XXI. Una víctima de ese oscurantismo fue el obispo lefevrista Mons. Richard Willamson, quien fue expulsado de la Argentina por presión sionista y cobardía kirchnerista, debido a su opinión de que debía investigarse mejor la historia oficial del Holocausto.

10.- Hace poco y casi por casualidad, se descubrió en EE. UU. que el famoso y emocionante diario de Ana Frank, que tanto afecto despertó hacia los judíos, fue escrito, en realidad, por un periodista inescrupuloso, varios años después de que muriera Ana. Para colmo, lo escribió con una birome, siendo que el bolígrafo no se conocía en vida de la infortunada adolescente. A ese diario "de Ana" se lo había encargado al susodicho periodista el más inescrupuloso aún padre de Ana, para lo cual le había pagado unos buenos dólares, y le quedó debiendo muchos más. Cuando el periodista reclamó su dinero, el padre de Ana pretendió desconocer esa deuda, y el escándalo explotó. A pesar de ello, en Hollywood siguen filmando y enviando al mundo enternecedoras películas que nos explican cómo escribió "su" diario Ana Frank.

11.- En 2010, uno de los ricachones de Hollywood, y conspicuo dirigente del sionismo, se ufanó en público de que el lobby judío de EE. UU. controlaba las 10 mayores empresas productoras de películas norteamericanas, entre ellas la que filmó la vida de Ana Frank y su enternecedor diario…

12.- En 2010, el Ejército israelí asesinó a una decena de pacifistas del barco turco Navi Marmara, que iban a reclamar el levantamiento del bloqueo israelí a Gaza. Su protector, EE. UU., se hizo el distraído.

13.- Ahora, finalmente, los sionistas se niegan a que la ONU reconozca al Estado Palestino, como lo hizo  con su propio Estado de Israel hace más de 60 años. Para ello aducen pretextos inverosímiles. En este caso, el señor Barack Obama, presidente de EE.UU., tomó inicialmente una postura digna: apoyó ese reconocimiento. El premier israeli Benjamín Netanyahu voló de inmediato a Washington, estuvo unos minutos "dialogando amablemente" con su colega norteamericano, y éste cambió de opinión. Ahora apoya a Israel en su negativa a reconocer para los palestinos lo que a los israelíes se les concedió en 1948. Es que a veces, la cola mueve al perro… El poderío del lobby judío de Norteamérica,  también.

14.- Recordemos que, hace unos años, un estudioso norteamericano de religión judía publicó un libro titulado "La industria del Holocausto", en el que denunció las exageraciones intencionales que el sionismo hace de dicho episodio de la Segunda Guerra, con el objeto de obtener dinero de los países "culpables", y de los no culpables.

15.- También conviene recordar que, poco después de aparecer ese libro, dos prestigiosos profesores universitarios de EE. UU. demostraron que la presión  del lobby judío de EE. UU. ha logrado muchas veces torcer la politica exterior de esa potencia, para favorecer a Israel aún contra los intereses nacionales norteamericanos.

Los ejemplos podría seguir hasta abarcar muchas páginas, pero con lo dicho alcanza y sobra para demostrar que, desde hace años, los atropellos de Israel son muy numerosos y más de una vez aberrantes. Y siempre, sin excepción, la inmensa maquinaria de propaganda sionista, que cubre todo el planeta salvo escasas excepciones (los países del eje del mal…), ha intentado disimular la conducta indefendible de Israel.

Nuestro problema (como país, me refiero) es que, con el tiempo, todas las organizaciones de la comunidad judía de la Argentina han caído bajo el dominio de los sionistas, gracias, sin lugar a dudas, a la presión incoercible que ejerce sobre ellas el Estado de Israel.

La DAIA y la AMIA son, hoy, meras filiales del sionismo israelí. Reciben las órdenes desde la Embajada de Israel y desde la OSA, sigla que, no por casualidad, significa Organización Sionista Argentina.

A esta altura de mi nota debo aclarar, por si hiciera falta, que el sionismo es una ideología laica y un movimiento político creados a fines del siglo XIX, es decir hace un poco más de 100 años. Su objetivo único es, desde su nacimiento, la creación de un Estado judío, meta que fue duramente combatida por la mayoría de los rabinos y de los fieles judíos del mundo. Éstos siempre creyeron en una Jerusalem Celestial. Es decir, Israel era sólo un reino ideal que simbolizaba la venida del Mesías. Jamás desearon una potencia militar que, en nombre sagrado (para ellos) de Israel, asesinara sin piedad a tantos inocentes. La incalculable fortuna de los Rothschild y las conveniencias políticas del Imperio Británico torcieron el rumbo natural de las cosas. En 1919 el primer ministro inglés Lord Balfour prometió a Rothschild regalar al sionismo las tierras palestinas para crear una Jerusalén  terrenal. Craso error de los dirigentes judíos de esa época, cuya gravedad ha crecido neoplásicamente con los años.

Hoy, la DAIA y la Liga Antidifamación norteamericana se sorprenden y se escandalizan por el "brote de antisemitismo" que dicen observar en la Argentina.  Deberían meditar sobre las causas de tan peligroso brote. De hacerlo, se sorprenderían y escandalizarían aún más al comprobar que son ellos mismos los causantes de esa lacra que, según todo lo indica, está creciendo.

El  apoyo irrestricto de los sionistas argentinos a los atropellos del Estado de Israel no podía ser gratuito e inocuo para una sociedad nacional que no vive en una burbuja. A pesar de la cortina de silencio que el sionismo ha logrado desplegar sobre la prensa argentina, algo se filtra, al menos una  pequeña parte de la hiriente realidad. Por más esfuerzos que hagan para tapar el cielo con un arnero, los sionistas no pueden impedir que la televisión muestre, por ejemplo, al Ejército  de Israel asesinando niños palestinos por apoyar la Intifada, o bombardeando Gaza,  o aniquilando con un certero misil norteamericano a niños libaneses en un orfanato para discapacitados, o asaltando a lo Rambo al Navi Marmara, o a Netanyahu negando en la ONU el elemental reconocimiento del Estado Palestino.

Para las organizaciones judías de la Argentina ha llegado la hora de aceptar la realidad y cambiar debidamente el rumbo.

En 2006, con motivo de la invasión israelí al Líbano, Adrián Salbuchi, Enrique Romero y yo publicamos varias notas criticando dicho atropello. La DAIA, la AMIA y la OSA salieron a defender a Israel. Según recuerdo, en esa oportunidad escribí sobre el peligro de que tal actitud sectaria del sionismo criollo fuera contraproducente para la comunidad judía de nuestro país, pues podía crear sentimientos antijudíos. La DAIA, por toda respuesta, nos acusó a los tres, en el Informe de ese año,  de ser antisemitas por haber dicho lo que dijimos sobre Israel.

Hoy, la DAIA se queja del brote de antisemitismo que, hace cinco años, le anticipamos que surgiría por su culpa.

Es que, entre los gauchos judíos de la época de Jaroslavsky, Grinspun y Concepción, y el presidente actual de la DAIA señor Aldo Donzis, con sus sectarias e interesadas denuncias contra quienes criticamos las barbaridades de Israel, hay un abismo que los argentinos de a pie saben percibir aunque la prensa amordazada lo oculte.

Fuente: http://elespejodelaargentina.com/2011/10/antisemitismo-su-realidad-y-sus-culpables/