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Consensos y Disensos con Robert Fisk

El prestigio del que goza el experimentado periodista Robert Fisk* no puede negarse, tampoco puede negarse que su visión política sobre lo que sucede en Medio Oriente -la mayoría de las veces- es acertada, pero no es infalible, precisamente porque su visión es política a la manera occidental y a pesar que vive en el creciente fértil hace bastante tiempo no puede terminar de comprender la cultura árabe e islámica, y también porque no hace una ostensible campaña en contra de la corriente islámica shiita, vamos a señalar dentro de nuestro entender lo que consideramos disentir o acordar con su palabra escrita.

Extraído de la nota LAS CUERDAS QUE MUEVEN EL CONFLICTO EN MEDIO ORIENTE: Seculares sectarios, interesados, publicada en página 12 el domingo 20 de febrero de 2011

La ola democrática descoloca a todos, en particular a Estados Unidos, que no la vio venir. En la Babel de interpretaciones, se mezclan advertencias sobre el Islam en medio de movimientos seculares, errores de juicio y la duda sobre si es posible que, finalmente, haya una democracia árabe.

Consenso: El panorama inicial y general que hace Fisk es exacto, EE.UU no imaginó ni previó –a pesar de los agentes de inteligencia en la región- estos levantamientos del pueblo árabe, quizás debido a su confianza en los dictadores que sustenta y subestimando la paciencia de los pueblos –arrogancia le dicen otros-. Las advertencias sobre el Islam –de las cuales se hablo anteriormente en este blog, también es verdad, lo que no consideramos exacto es lo referente a los movimientos seculares, el secularismo puede existir en el cristianismo, pero no en el Islam, la diferencia –que no es menor , y aquí no se habla de fe en el sentido que uno tenga más fe que otro, es que los musulmanes, los que se asumen en esa condición, indefectiblemente no pueden ser seculares ya que la religión –más que religión, el Islam es un modo de vida- se encuentra inserta en la cotidianeidad de las personas, desde los rezos diarios hasta el más simple acto de las personas.

Hosni Mubarak denunció que los islamistas estaban detrás de la revolución egipcia. Lo mismo dijo Ben Alí en Túnez. El rey Abdulá de Jordania ve una mano oscura y siniestra, la mano de Al Qaida, la de los Hermanos Musulmanes, una mano islamista, detrás de la insurrección que recorre al mundo árabe.

Consenso y Disenso: El consenso está dado en el hecho que son verdad las falsas declaraciones de los dictadores para tratar de salvar el pellejo buscando la excusa “islamista”. El disenso está, y vale para todos los que utilizan este término “islamista” con tono de asociar al Islam con algo no beneficioso, una reducción premeditada que incite al rechazo del Islam como forma de gobierno, o forma de vida para la mayoría de los pueblos de la región que en su abrumadora mayoría son precisamente musulmanes, el Islam está incorporado en ellos quieran o no. Por otro lado es en único caso en que se utiliza el nombre de una religión para dar una idea de fanatismo religioso asociado con lo político. ¿Que dirían entonces si asociáramos la religión judía a las atrocidades que comete el sionismo, o a la religión cristiana con las masacres y ocupaciones de EE.UU? Esto de plano no es correcto, no todos los judíos son sionistas, ni todos los cristianos son Bush y EE.UU

Ayer las autoridades bahreiníes descubrieron que la mano ensangrentada de Hezbolá estaba detrás de los levantamientos chiítas. ¿Cómo es posible que hombres educados pero singularmente antidemocráticos puedan entender todo tan mal? Confrontados con una serie de explosiones seculares –Bahrein no está incluido en esta categoría– acusan a los radicales islámicos. El sha cometió un error idéntico pero al revés. Confrontado por un levantamiento obviamente islámico, él acusó a los comunistas.

Disenso total: Bahrein no ha descubierto absolutamente nada, lo que sí es que se ha dado de narices con el producto de su propia opresión a su pueblo, que es de mayoría musulmana chiita y que no goza de los mismos derechos que la minoría sunnita a la que pertenece la corona. Por otro lado se denota una animosidad evidente de parte de Fisk hacia lo chiita, exclamando la mano “ensangrentada” de Hezbolá, y le pregunto a Fisk si las manos de Occidente y sus lacayos dictadores y reyezuelos están limpias, pregunto porque Hezbolá se tuvo que ensuciar las manos, sino fuera porque el sionismo israelí ocupó durante más de 18 años y aún ocupa Líbano en las granjas de Shebaa, Hezbolá y la Resistencia Nacional Libanesa nunca habrían tenido que surgir para defender su soberanía de no haber sido ocupada su tierra y así evitar la palestinización de Líbano.

Barack Obama y Hillary Clinton se las ingeniaron para dar una voltereta más rara. Habiendo apoyado originalmente a las “estables” dictaduras del Medio Oriente –cuando deberían haber estado del lado de las fuerzas democráticas–, se decidieron a avalar los reclamos de democracia civil en el mundo árabe justo cuando los árabes están tan desencantados con la hipocresía occidental que no quieren a los Estados Unidos de su lado. “Los norteamericanos interfirieron en nuestro país por 30 años durante la era Mubarak, apoyando a este régimen y armando a sus soldados”, me dijo la semana pasada un estudiante egipcio en la plaza Tahrir. “Ahora estaríamos agradecidos si dejaran de interferir de nuestro lado”, agregó. Al final de la semana escuché las mismas voces en Bahrein. “Nos están baleando con armas estadounidenses, que son disparadas por soldados entrenados por los estadounidenses y montados en tanques estadounidenses”, enumeró el viernes un médico. “¿Y ahora Obama quiere estar de nuestro lado?”, preguntó.

Consenso absoluto: No hay mucho que agregar, está totalmente claro el sentimiento del pueblo árabe, sea de Bahrein o de Egipto, al cual sus gobernantes dieron la espalda con el apoyo de EE.UU y de Inglaterra también, algo que Fisk por ser inglés siempre olvida mencionar.

Los hechos de los últimos dos meses y el espíritu anti-régimen de la insurrección árabe –por dignidad y justicia, más que por un emirato islámico– quedarán en nuestros libros de historia por años. Y el fracaso de los más estrictos adherentes del Islam será discutido por décadas. Ayer hubo un especial interés por el último video de Al Qaida, grabado antes del derrocamiento de Mubarak, que enfatizaba la necesidad de que el Islam triunfara en Egipto. Sin embargo, una semana antes, las fuerzas seculares, nacionalistas y honorables de Egipto, los hombres y las mujeres musulmanes y cristianos, se habían liberado del viejo sin ninguna ayuda de Osama Bin Laden. Más rara todavía fue la reacción de Irán, cuyo líder supremo se autoconvenció de que la victoria popular egipcia era un triunfo del Islam. Da para pensar que sólo Irán, Al Qaida y sus más acérrimos enemigos, los dictadores árabes antiislámicos, creen que la religión estuvo detrás de las rebeliones masivas de los manifestantes pro democracia.
La más sangrienta ironía de todas –en la que fue cayendo Obama– fue que la República Islámica de Irán estaba alabando a los demócratas de Egipto mientras amenazaba con ejecutar a sus propios líderes democráticos opositores. Casi todos los millones de manifestantes árabes que quieren sacarse de encima la capa de la autocracia –con nuestra ayuda occidental– vivieron con miedo y humillación, y son musulmanes. Y los musulmanes, a diferencia del Occidente cristiano, no perdieron su fe. Abajo de las piedras y de las cachiporras de la policía asesina de Mubarak, ellos contraatacaron gritando “Alá akbar” en lo que era, para ellos, una “Jihad”, no una guerra religiosa pero sí una batalla por la justicia. “Dios es grande” y la demanda de justicia son concordantes. Para la lucha contra la injusticia, ése es el espíritu del Corán.

Disenso: El pueblo árabe no quiere la ayuda occidental, quiere que occidente los deje tranquilos, que no molesten más. El Islam está presente aunque a Fisk le moleste, y lo reconozca en evidente contradicción, habla en un principio que la religión no ha tenido nada que ver en los levantamientos, y más tarde comenta que el grito clamado por la multitud contra la policía asesina de Mubarak es “Allahu Akbar” para terminar diciendo que la demanda de justicia es el “espíritu del Corán” por lo tanto si ése espíritu es el que impulsa a los manifestantes es el Islam el que impulsa. Es en el tema Irán donde se evidencia la trampa discursiva de Fisk, a Irán no se lo puede criticar por su democracia, tiene un parlamento que funciona y donde están representadas todas las minorías, cuenta con concejos deliberantes en todas sus ciudades, sus ciudadanos votan para elegir las autoridades, por lo tanto no pueden decir que no son democráticos los iraníes. La raíz de la animosidad con Irán es por su absoluta independencia, por ser dueños de su propio destino y por poseer riquezas que ya no están al alcance de los depredadores occidentales. El Líder Supremo de la República Islámica de Irán es un líder religioso y político a la vez, pero que sugiere los rumbos a seguir, pero no interfiere en la gobernabilidad del país, los líderes democráticos opositores de los que Fisk habla, nacieron también del mismo útero que dio nacimiento a la Revolución Islámica y que se han dejado embaucar por las luces de occidente para destruir la Revolución que ellos mismos contribuyeron a lograr, lo que no entiende Fisk es que la forma democrática de los países islámicos no es la misma como la entiende occidente, pero no crean que es involuntario…Fisk sabe bien lo que escribe.

En Bahrein tenemos un caso especial. Acá una mayoría chiíta es dirigida por una monarquía sunnita. Siria, de hecho, sufriría de “bahreinitis” por la misma razón: una mayoría sunnita es gobernada por una minoría chiíta. Bueno, al menos el Occidente en su defensa en picada del rey Hamad de Bahrein puede aferrarse al hecho de que Bahrein, como Kuwait, tienen un Parlamento. Es una vieja y triste bestia, que existió entre 1973 y 1975 hasta que fue disuelto inconstitucionalmente y después reinventado en 2001 como un paquete de “reformas”. Pero el nuevo parlamento terminó siendo menos representativo que el primero. Los políticos de la oposición fueron acosados por la seguridad del Estado y fueron manipulados los márgenes parlamentarios para asegurarse de que la minoría sunita siga con el control del Parlamento. En 2006 y en 2010, por ejemplo, el más importante partido chiíta en Bahrein ganó sólo 18 de las 40 bancas. Muchos me dijeron que temen por sus vidas, que temen que las turbas chiítas les quemen sus casas y los maten.

Disenso: Insiste Fisk en la demonización de los musulmanes chiitas, a pesar de la evidente opresión de la que es objeto la mayoría musulmana de Bahrein y que el mismo Fisk comenta, remata el párrafo diciendo que “muchos le dijeron que temen que las turbas chiitas les quemen sus casas y los maten” pregunto porque esto sucedió antes…Evidentemente es porque nunca fue ese el comportamiento de los musulmanes chiitas en cualquier lado donde estén. Si parece apología del chiismo, no se equivoca, lo es y con razón! aunque oprimidos la regla es que los musulmanes chiitas son los sospechosos de siempre. La clave es el corazón del Islam chiita, esta es su amor por el Profeta Muhammad y su Familia purificada, tomando el ejemplo revolucionario del Imam Husein –políticamente incorrecto- al enfrentar al tirano de su época y martirizarse en esa gesta que salvó al Islam de desaparecer sin negociar con nadie en la lucha.

Todo esto parece cambiar. El control del poder estatal tiene que ser legitimado para ser efectivo y las balas para aplastar protestas pacíficas estaban destinadas a terminar en una serie de domingos sangrientos en Bahrein. Una vez que los árabes aprendieron a perder su miedo, pueden reclamar los derechos civiles que los católicos demandaron alguna vez en Irlanda del Norte. Al final, los británicos tuvieron que destruir el liderazgo de los unionistas y traer al IRA a compartir el poder con los protestantes. Los paralelos no son exactos y los chiítas no tienen (aún) una milicia, a pesar de que el gobierno bahreiní mostró fotografías de pistolas y espadas para avalar su opinión de que entre sus opositores hay “terroristas”.
En Bahrein hay, no es necesario decirlo, una batalla sectaria y secular, algo que el príncipe reconoció inconscientemente cuando dijo que las fuerzas de seguridad debían suprimir las protestas para impedir la violencia sectaria. Es una visión mantenida salvajemente por Arabia Saudita, que tiene un fuerte interés en la eliminación del disenso en Bahrein. Se les podrían subir los humos a los chiítas de Arabia Saudita si ven que sus correligionarios de Bahrein arrasan el Estado. Entonces, escucharíamos alardear a los líderes de la chiíta República Islámica de Irán. Pero estas insurrecciones interconectadas no deberían ser vistas desde el simple marco del fermento en el Medio Oriente.

Consenso y Disenso: Bien el análisis de Fisk sobre la participación de Arabia Saudita en la revuelta de Bahrein, mal en no clarificar aún más dicha participación de la casa de los Saud como bien dice Fisk. La aclaración corresponde aunque Fisk la obvie a pesar de haber mencionado a los musulmanes chiitas de Arabia Saudita, que padecen aún de peor manera la opresión de los Saud. Queda a disposición de los lectores sacar sus propias conclusiones a la frase “escucharíamos alardear a los líderes de la chiita República Islámica del Irán”, toda una estigmatización aclarada en el párrafo anterior.

Redacción de Islam y Política

El levantamiento yemení contra el presidente Saleh (que lleva 32 años en el poder) es democrático pero también tribal. Y no faltará mucho para que la oposición empuñe armas. Yemen es una sociedad armada, tribus con armas y nacionalismo endémico. Y después queda Libia.
Khadafi es tan raro, tan próspero, su dominio tan cruel (y él estuvo gobernando el lugar por 42 años), que es un Ozymandias esperando caer. Su cercanía con Berlusconi –y, peor aún, su amor empalagoso con Tonny Blair– no van a salvarlo. Adornado con más medallas que el general Eisenhower, desesperado por una operación que le levante la papada, este desgraciado está amenazando a su propia gente con castigos “terribles” por desafiar su régimen. Dos cosas para recordar acerca de Libia: como Yemen, es una tierra tribal y cuando se levantó contra sus fascistas colonos italianos, comenzó una salvaje guerra de liberación, cuyos valientes líderes enfrentaron la horca con un coraje increíble. Sólo porque Khadafi es un loco, no quiere decir que su gente sea idiota.
Entonces hay un cambio en el mundo político, social y cultural del Medio Oriente. Creará muchas tragedias, levantará muchas esperanzas y derramará demasiada sangre. Quizá sea mejor ignorar a todos los analistas y a sus think tanks, cuyos “expertos” idiotas dominan los canales satelitales. Si los checos pudieron tener su libertad, ¿por qué no los egipcios? Si los dictadores pueden ser derrocados en Europa –primero, los fascistas, después, los comunistas–, ¿por qué no pasaría lo mismo en el gran mundo árabe musulmán? Y –sólo por un momento– dejen a la religión fuera de esto.

* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
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